Extraído de «DeepSeek y por qué el futuro de la IA es el software libre».

Tras la muerte de Joseph Stalin en 1953, la URSS entró en un proceso conocido como la desestalinización, donde surgió un cierto aperturismo a nuevas ideas tecnocráticas. Fue aquí cuando la cibernética (que Stalin consideraba una «ciencia burguesa») empezó a ganar respeto. La cibernética es la ciencia que estudia los sistemas de control y comunicación en los seres vivos, las máquinas y las organizaciones, y su objetivo principal es entender cómo funcionan los procesos de retroalimentación (feedback) y autorregulación para mantener el equilibrio y tomar decisiones. Hoy el término se ha vuelto menos común, pero su influencia fue fundamental en cómo hoy pensamos las relaciones entre tecnología, control y comunicación.
Quizá el personaje más importante en esta tendencia post-estalinista fue el cibernético Víktor Glushkov, matemático soviético que fue una figura clave que rehabilitó la cibernética así como el impulsor de OGAS («Sistema Nacional Automatizado de Contabilidad y Procesamiento de la Información»), un proyecto iniciado en 1962 que pretendía construir una red informática descentralizada con el objetivo de planificar la economía soviética mediante algoritmos abiertos. Glushkov consideró que este proyecto llevaría a una forma superior de planificación socialista en comparación con la economía planificada centralizada que existía por aquel entonces, «reduciendo la influencia del valor subjetivo en la toma de decisiones administrativas». Para ello interconectaría instituciones y organismos estatales en una pirámide de tres niveles, con un centro de proceso principal en Moscú, entre 100 y 200 centros de decisión intermedios en otras ciudades, y 20.000 puntos de acceso en ubicaciones de importancia económica como fábricas y empresas que recopilarían los datos para la red.

Glushkov se adelantó a su tiempo en diversos aspectos, como la computación distribuída en la nube, y llegó a plantear como uno de los objetivos de esta red la desaparición del dinero físico en la Unión Soviética, que pretendía deslizar hacia una economía en la que se generalizase el pago electrónico mediante un «dinero cibernético» que anticipaba también otros conceptos de control en tiempo real del flujo económico que hoy concebiríamos a través de las CBDCs (monedas digitales de los bancos centrales) o las criptomonedas. Viktor Afanasyev, director adjunto del diario Pravda, plantearía también su uso para procesos sociopolíticos e ideológicos, con el objetivo de optimizar también la gestión de la sociedad en sí.
Otro detalle particularmente interesante, es que OGAS no fue solo un precursor de Internet, sino un prototipo de IA colectiva. El sistema no pretendía ser meramente una red de intercambio de datos, sino una red descentralizada dotada de sistemas capaces de automatizar y optimizar la economía, utilizando para ello modelos matemáticos. Sus algoritmos, diseñados para aprender de los datos de fábricas y granjas, habrían sido abiertos por defecto. En una economía estatalizada, los «derechos de propiedad» sobre el código carecían de sentido, pues el conocimiento debía servir al bien común.

Sin embargo la URSS, pese a su retórica colectivista, terminó enterrando OGAS, en parte por miedo del Partido Comunista a perder el control burocrático de la economía. El proyecto acabó teniendo en contra a distintas instancias como el Ministerio de Finanzas, que fue uno de los proncipales opositores. Esta resistencia puso de manifiesto el recelo de la burocracia soviética hacia la descentralización, pero también evidenció cómo la confianza en la informática era insuficiente como para convencer a los altos cargos soviéticos, ya que las limitaciones económicas y tecnológicas parecían entonces insuperables. Las estimaciones de Glushkov fueron que el proyecto necesitaría 30 años de desarrollo, 300.000 personas trabajando en él, la creación de miles de centros de datos repartidos por todo el territorio soviético, y una inversión inicial de 20.000 millones de rublos durante los primeros quince años. Pero el 1 de octubre de 1970, se rechazó la petición de financiación de Glushkov, hiriendo de muerte al proyecto.
Aunque el proyecto OGAS fue enterrado un año después, la visión de Glushkov de un sistema interconectado ha sido reconocida como una precursora conceptual de lo que hoy entendemos como Internet, así como de los actuales proyectos colaborativos y de código abierto que continúan desafiando a los modelos cerrados.
Siete años después del arranque del proyecto OGAS y uno antes de su cierre, en el año 1969, se conectaron por primera vez cuatro universidades norteamericanas a través de ARPANET, la red militar que acabaría convirtiéndose en Internet.

En Chile pre golpe de estado y dictadura, se intento un sistema similar, leí hace unos años sobre el y me sorprendió:
https://es.wikipedia.org/wiki/Synco
¡Qué interesante! Y que incluso se pusiera en marcha y tuviera en tan poco tiempo sus utilidades, con lo que cuenta sobre el paro patronal del transporte.
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